martes, 12 de abril de 2016

Hola, soy Ramón y os dejo mi reportaje


El declive de las abejas

Las abejas, también conocidas como las polinizadoras, tienen una gran importancia en nuestra alimentación y en la biodiversidad, lo malo es que nuestras queridas polinizadoras se están extinguiendo por culpa de la pérdida de hábitats, la práctica de la agricultura industrializada, el uso de plaguicidas y los impactos del cambio climático.

El informe “El declive de las abejas” advierte que las poblaciones de abejas disminuyeron en Europa un 25% entre 1985 y 2005.

Además, se ha calculado que el valor económico de la labor de polinización de las abejas podría estar en torno a los 265.000 millones de euros anuales en todo el mundo, 22.000 millones para Europa y más de 2.400 millones de euros para España, recientemente calculado por Greenpeace en su informe “Alimentos bajo amenaza”. Como podéis comprobar, incluso desde un punto de vista únicamente económico, merece la pena proteger a las abejas.

Por otra parte, si organizaciones como Greenpeace no consiguen parar este declive, habría una gran pérdida de productividad en la mayoría de cultivos y la inviabilidad en otros (en Europa, por ejemplo, el 84% de 246 cultivos dependen de la polinización de las abejas)

En España, Luis Pérez Ventosa, presidente de la Fundación Amigos de las Abejas, señala que la situación es “dramática”, como ocurre en algunas comarcas de Galicia, donde las abejas casi han desaparecido. Según Pérez, el problema puede ir a peor, “si bien algunos medios sensacionalistas se pasan al relacionarlo con el fin del mundo y cosas parecidas”.

El apicultor Manuel Izquierdo nos dice: A las abejas hay que escucharlas, saber lo que les gusta y lo que no. Los plaguicidas están matando a muchas abejas. Este año estamos teniendo el doble de muertes de abejas respecto a otros años. La gente usa plaguicidas que tienen una gran toxicidad y mucha persistencia, pudiendo durar años activos.

Así se puede concluir que debemos parar este declive sea como sea, esta situación es inconcebible.

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