Para su adecuado reciclaje el vidrio es separado y clasificado según su tipo, normalmente igual que su color, por lo que una de las clasificaciones generales del vidrio es la que se divide en: Verde, ámbar o café y transparente.
Este proceso de reciclaje, sigue con una separación de los materiales inadecuados. Por ejemplo, las tapas metálicas y las etiquetas.
Después, al estar ya limpio el vidrio, se tritura y se transforma en un polvo grueso llamado calcín. Este, se funde junto con arena, hidróxido de sodio y caliza para hacer nuevos productos que tendrán parecidos usos respecto al vidrio fabricado directamente de los recursos naturales.
Tiene beneficios sociales, económicos y ambientales, ya que genera un significativo ahorro energético. Por cada 3.000 botellas que se depositan en el iglú se ahorran 130 kg de combustible, debido a que el vidrio que se recicla funde a una temperatura más baja.
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