Hola, soy Clauston, el agente Mike
Clauston. Mi hija se llamaba Nikki, era una chica alegre, juguetona y muy
extrovertida. Tras la muerte de mi mujer mi hija y yo nos mudamos a una ciudad
llamada Anaconda, me atrajo porque era muy alegre y todos los vecinos se
complementaban genial. Llego el día en el que todo cambió y dejó de ser así. De
repente, en las noticias empezaron a rumorear que estaba habiendo muchas
desapariciones y muertes en nuestra ciudad. En ese momento, mi mayor miedo era
que mi hija desapareciera o tan sólo el hecho de tenerla lejos de mí ya me
aturdía. Me gustaría pensar que aquello era imposible pero, terriblemente, no
lo era.
Todas las noches tenía la misma
pesadilla, estaba demasiado inquieto y eso era muy raro. Al día siguiente,
mientras me duchaba, escuché un portazo muy fuerte pero era muy temprano y mi
hija estaba dormida así que pensé que serían ilusiones mías. Cuando termine fui
a la habitación de Nikki y… ¡No estaba! Corrí a vestirme para salir a buscarla
lo antes posible. Tras días sin ir al trabajo y meses sin dormir por las
noches, me rendí, sabía que ya no había vuelta atrás. Ya estaba todo perdido.
Me eché a llorar, no pude contenerme, cada día se me hacía más difícil no
escuchar su voz o no ir contando los coches que pasaban mientras íbamos de
camino al colegio. No quise contarle a nadie lo que me ocurría, hasta que no
pude aguantarlo más y tuve que contárselo a mis compañeros del trabajo.
Investigamos el caso durante 1 año y 3 meses.
Cuando encontramos a la persona que
hacía todo esto no podía creérmelo ¡El secuestrador era mi hermano! Tras días
de búsqueda lo encontramos y conseguimos capturarlo pero no a todas las vidas
que había quitado ni a las personas desaparecidas. Lo interrogamos varias veces
pero nunca dijo nada, pero yo pensaba llegar al fondo de todo ese caso. Aquella
noche me acosté con el estómago revuelto pero al menos conseguí dormir unas 2
horas.
Al día siguiente, al despertarme, no
podía creerme lo que veían mis ojos. A mi lado había una chica con el pelo negro
y con los ojos azules muy claros. No sabía quién era pero estaba despierta y me
dijo que era mi hija, yo no la creí. Le dije que se fuera y no volviera nunca
más, y con lágrimas en los ojos, se fue. Más tarde recibí varias llamadas de un
número oculto, decidí cogerlo en uno de sus intentos y solo escuché que una
persona con una voz muy grave me decía que había perdido para siempre a mi
hija, luego tan solo la escuche gritar, sabía que era ella por esa voz tan
dulce que tenía pero estaba tan asustada que me costó reconocerla. Aquella llamada
me alarmó pero tan solo decidí esperar a que volviera pero ese día nunca llegó.
Y aquí estoy sentado en una silla de
la sala de estar frente a un espejo y conteniéndome las lágrimas, porque hace
dos años que fui tan tonto que perdí a mi hija para siempre.
Soy Marina Sánchez y este es mi relato policíaco, espero que os haya gustado.
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